- El sábado 4 de diciembre de 2010, hacia las 10:00 horas, algunos paramilitares abordaron a un integrante de nuestra Comunidad de Paz en el centro de Apartadó y le dijeron que Aníbal Durango era “un guerrillero”; que en su casa-tienda la guerrilla guarda sus cosas y que ellos iban a actuar contra él y “contra esa h. p. comunidad guerrillera”. Don Aníbal Durango es miembro del Consejo Interno de la Comunidad de Paz y se ha identificado siempre con los principios de la Comunidad que impiden colaborar con cualquier actor armado. A nuestra Comunidad le consta la honestidad a toda prueba de Don Aníbal y nos asiste la plena convicción de que está siendo víctima de un plan de exterminio al estilo de los ya numerosísimos que han sido tramados por los paramilitares en colaboración con miembros de la Fuerza Pública contra campesinos inocentes.
- El lunes 6 de diciembre de 2010, hacia las 5:30 horas, LEANDRO GUETIO, integrante del Resguardo Nasa de Cerro Tijeras, víctima de desplazamiento en la masacre del Río Naya en 2001 y quien ha ocupado cargos de gobierno en sus cabildos de Timbío y Cerro Tijeras, fue abordado por paramilitares en el área urbana de Suárez, Cauca, y agredido repetidas veces con armas corto punzantes, quedando gravemente herido. Nuestra Comunidad se solidariza con Leandro y con el Resguardo de Cerro Tijeras, sometido también a persecuciones bárbaras por parte de agentes directos e indirectos del Estado, el cual comparte con nuestra Comunidad de Paz los espacios de la Universidad Campesina, a la vez que eleva la más enérgica protesta ante el Gobierno, que engaña al país y al mundo con una falsa “desmovilización” de los paramilitares, mientras éstos continúan actuando, a la sombra de la fuerza pública, contra toda Comunidad consciente de sus derechos.
- Protestas de la Comunidad de Paz exigiendo justicia y reparación por sus miembros asesinados.
- El sábado 11 de diciembre de 2010, hacia las 8:00 horas, en un retén de la Policía en Cartagena de Indias, fue abordado Arley Tuberquia, integrante de nuestra Comunidad de Paz, y sometido a un interrogatorio. Cuando los agentes supieron que Arley era miembro de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, se ensañaron en insultos, afrentas y amenazas contra él. Cuando él les exigió respeto, ellos respondieron que podían hacer lo que les diera la gana con él, como darle golpes y patadas hasta que quisieran. Él les advirtió que la Comunidad de Paz tenía medidas provisionales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pero ellos se pusieron aún más energúmenos, afirmando que ellos eran la ley y no respetaban ningún organismo por importante que fuera. Luego de tenerlo sometido a insultos y amenazas durante un tiempo, lo dejaron continuar su camino.
No entendemos dónde está el cambio tan proclamado en el campo de los derechos humanos. Una misma actitud y unos mismos comandantes corruptos y criminales prolongan la persecución a las comunidades de paz, a los resguardos indígenas, a las organizaciones humanitarias. Es acaso respeto a los derechos humanos, a la Constitución, a las leyes; es acaso democracia, continuar una persecución tan infame como la que ejerció el anterior gobierno? Que nuestra más enérgica censura moral acompañe esta nueva constancia que dejamos para la historia.
Comunidad de Paz de San José de Apartadó
Diciembre 15 de 2010
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