martes, 14 de julio de 2009
Tegucigolpes
Todo golpe resulta de una acumulación de impactos que no se conjuraron a tiempo:
Golpe económico
Honduras exporta anualmente bienes por valor de 6.236 millones de dólares; 67,2% van a Estados Unidos; 4,9% a El Salvador, 3,9% a Guatemala. Honduras importa bienes por unos 10.200 millones de dólares, el 52,4% de Estados Unidos, 7,1% de Guatemala, 5,2% de El Salvador. Las remesas de los emigrados aportan casi 30% del ingreso de divisas; el desempleo es de 27%. La mayoría de las tierras y las industrias y maquilas pertenecen a pocas familias y menos transnacionales. Esta economía arrastra una balanza comercial negativa de casi cuatro millardos de dólares al año y carga con una deuda pública del 21% de su Producto Interno Bruto. Los beneficiarios de tales estructuras se oponen a cualquier cambio mediante la fuerza y el engaño. La dependencia económica acarrea la política.
Golpe mediático
En Honduras la casi totalidad de los medios son privados; en su mayoría apoyan el golpe, ocultan al pueblo lo que sucede, esconden las gigantescas movilizaciones populares favorables a Zelaya, magnifican el ínfimo apoyo a los usurpadores, llaman al reconocimiento y obediencia hacia los golpistas, divulgan mentiras y ocultan verdades concertados con las transnacionales de la información. La dictadura mediática conduce a la política.
Golpe estratégico
El plan Puebla-Panamá proyecta convertir Centroamérica en un corredor estratégico entre Estados Unidos, su aliado comercial México y Colombia, cabeza de puente de la intervención estadounidense en América del Sur. Sus presas son las reservas de hidrocarburos venezolanas y las aguas y la biodiversidad de la Amazonia. Las victorias electorales progresistas en Nicaragua, El Salvador y Honduras cortan esta autopista interventora. La hegemonía de Estados Unidos en América depende de la subyugación de América Central; nuestra supervivencia, de la independencia de ésta. La geopolítica determina la política.
Golpe de Base
A 97 kilómetros de Tegucigalpa opera la base militar estadounidense de Soto Cano o Palmarola, con un millar de efectivos y los equipos más avanzados de espionaje e intervención. Su comandante, el coronel Richard A. Juergen, se desempeñó como Director de Operaciones Especiales durante el secuestro de Jean Bertrand Aristide en Haití, obvio antecedente del rapto de Zelaya, quien adelantaba pasos para exigir la retirada de los estadounidenses de Soto Cano y convertirla en aeropuerto internacional. Tolerar la ocupación por enclaves militares o paramilitares es consentir un golpe suspendido que se materializa a la menor desobediencia. Aceptar la ocupación militar es permitir la dictadura militarista.
Golpe interventor
Mientras era embajador en Honduras, John Negroponte coordinó con los fondos del narcotráfico del “Irangate” la agresión paramilitar de los “contras” desde ese país, Costa Rica y El Salvador hacia Nicaragua. También instaló agencias estadounidenses como la NED, la USAID y el Instituto Republicano Internacional (IRI), órgano interventor del Partido Republicano que preparó el golpe de abril de 2002 en Venezuela y la deposición de Jean Bertrand Aristide en Haití. Estas agencias operan por la libre, e intensificaron el financiamiento y la organización de los opositores en los meses previos al secuestro de Zelaya. Negroponte consolidó asimismo los vínculos entre el ejército hondureño y la academia de represión antisubversiva llamada Escuela de las Américas. En ella se graduaron el comandante de las Fuerzas Armadas general Romeo Vásques y el comandante de la Aviación, general Luis Javier Prince Suazo. El actual embajador de Estados Unidos, Hugo Llorens, publicó el 4 de junio en el diario derechista La Prensa un artículo que convocaba a oponerse a cualquier reforma constitucional, afirmando que: “Uno no puede violar la Constitución para crear una Constitución, porque si uno no tiene Constitución vive la ley de la jungla”. Tras impartir tales instrucciones, se reunió al menos tres veces con los sectores civiles y militares que preparaban la usurpación. Según informa José Vicente Rangel, la madrugada del domingo 28 de junio los funcionarios del Departamento de Estado James Steimberg y Tom Shannon, contactaron para avisar del golpe a la base militar de Palmarola y al embajador Llorens, quien no advirtió a Zelaya, y continúa en Honduras como testimonio de que su país mantiene la ayuda económica y militar y las relaciones con los golpistas. Consentir la injerencia de extranjeros es admitir el golpe militar.
Golpe contra la OEA.
Revitalizada por el levantamiento de sanciones a Cuba, la OEA encuentra en el cuartelazo de Honduras una oportunidad y un desafío. La pronta reunión de la Asamblea General, la condena unánime del golpe ofrecen un segundo aliento a la exhausta organización. Sin embargo, se abre la duda sobre la efectividad de sus medidas para restablecer la democracia. Si el golpismo se afianza, la OEA añadirá a sus múltiples defectos la evidencia de su inutilidad. Que una insignificante pandilla de rufianes se retire de la OEA, irrespete al Presidente de la Asamblea General de ésta, cierre en su aeropuerto a mandatarios latinoamericanos electos y expida una orden de detención contra el presidente legítimo Zelaya, es un golpe mortal contra una organización buena en el pasado para avalar infamias e incapaz de revertirlas en el presente. Su inefectividad legitima la creación de un organismo latinoamericano y caribeño sin presencia de Estados Unidos, y el fortalecimiento del Consejo de Defensa de UNASUR.
Golpe contra ALBA
El golpe contra Honduras es contra el ALBA. Los golpistas y sus aliados advierten a los países de la Alianza Bolivariana que son vulnerables, que pertenecer a ella no los inmuniza contra las intervenciones e incluso los sitúa como blancos privilegiados de ellas. Los golpistas y sus medios declaran más contra Chávez que contra Zelaya. Cuando veas arder Honduras, defiende tu país.
Golpe contra la vía pacífica
El golpe confirma la validez de una regla invariable: La minoría privilegiada acepta la mayoría democrática sólo cuando le favorece o le facilita las cosas. En el fondo, su único argumento es la fuerza bruta. Ante ello, se plantea la reevaluación de la vía pacífica al socialismo ¿Puede seguir el movimiento popular empleando medios pacíficos cuando la respuesta es la fuerza bruta? ¿Deben deponer las armas los movimientos populares mientras las esgrimen sus enemigos? Quien no resiste la violencia ilegítima la fortalece.
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