El abogado que nos visita tiene amplia experiencia en los intentos de humanizar el conflicto armado en Colombia, y los intento de aplicar, al menos, los principios más universales del Derechos Internacional Humanitario. Su aportación teórica denuncia la negación del conflicto como mecanismo empleado por la oligarquía colombiana y las potencias extranjeras para evitar la aplicación del Derecho Internacional Humanitario, y en su lugar aplicar la legislación antiterrorista que deja mayor arbitrariedad en el uso del poder y genera un clima dónde se amparan en mayor medida los crímenes de Estado.
Desde la óptica del autor la aplicación del Derecho Internacional Humanitario en Colombia pasa por el reconocimiento de que existe un conflicto armado interno de caracter político, económico y social, el reconocimiento de las dos fuerzas beligerantes y la exigencia a ambas partes de la aplicación, al menos, de los principios más universales del Derecho Internacional Humanitario, en su momento concebido para guerras entre ejércitos regulares de fuerzas similares, pero que sin duda se puede extrapolar en parte a guerras asimétricas con ejércitos irregulares como ocurre en Colombia. En este sentido, se debe hacer un esfuerzo para autoregular el conflicto y así frenar las hostilidades, evitar sufrimiento, y crear un clima que haga posible el diálogo político como vía para abordar una transformación del Estado que termine con la exclusión y la intolerancia y permite construir una paz duradera.
Desde la óptica del autor la aplicación del Derecho Internacional Humanitario en Colombia pasa por el reconocimiento de que existe un conflicto armado interno de caracter político, económico y social, el reconocimiento de las dos fuerzas beligerantes y la exigencia a ambas partes de la aplicación, al menos, de los principios más universales del Derecho Internacional Humanitario, en su momento concebido para guerras entre ejércitos regulares de fuerzas similares, pero que sin duda se puede extrapolar en parte a guerras asimétricas con ejércitos irregulares como ocurre en Colombia. En este sentido, se debe hacer un esfuerzo para autoregular el conflicto y así frenar las hostilidades, evitar sufrimiento, y crear un clima que haga posible el diálogo político como vía para abordar una transformación del Estado que termine con la exclusión y la intolerancia y permite construir una paz duradera.
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