Javier Orozco Peñaranda
Coordinador del Programa de acogida temporal de sindicalistas y defensores de DD.HH. en riesgo del Gobierno de Asturias.
El Ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, afirmó hace pocos días que "el modelo político de Uribe es un modelo de seguridad democrática (…), que siendo objetivos, es extremadamente positivo".
¿Positivo para quién, Ministro? Tal vez para las multinacionales españolas que se benefician de la corrupción y del terror reinante en Colombia. A ver si con su lógica perversa las madres de los 1.200 civiles asesinados por el ejército y presentados como “guerrilleros dados de baja en combate” van a tener que darle las gracias a los matones de camuflado y a quienes desde España les venden las armas.
El señor Mariano Rajoy al abrir una sede de su partido en Bogotá, soltó sin despeinarse una falacia del tamaño de la que montaron para invadir Iraq: "Tengo que decir que Colombia es un país en el que se respetan los derechos humanos…”.
Resultan, cuando menos, curiosas tan unánimes y positivas valoraciones sobre un gobierno cuestionado en materia de derechos humanos por la ONU, la OEA, los gobiernos de Estados Unidos y del Reino Unido, por no hablar de las graves constataciones de la Delegación de la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo, encabezada por su Director, Rafael Palacios, que visitó varias zonas de guerra hace un mes.
Es curioso que el PSOE y el PP, que en estos tiempos se llevan como el perro y el gato, coincidan en el apoyo sin fisuras al gobierno del Presidente colombiano Álvaro Uribe.
Está visto que la política de España -gobierne quien gobierne- para Colombia siempre es la misma, por que parten de otra ficción: la de considerar que Colombia es un Estado de Derecho, una democracia homologable a la que se le pueden perdonar los excesos criminales de su fuerza pública y de la policía secreta que depende del despacho presidencial, así como sus lazos con narcos y paramilitares con un saldo de 40 mil desaparecidos, 2.711 sindicalistas asesinados, 5 millones de refugiados internos, miles de prisioneros políticos y de amenazados de muerte.
Es comprensible que sobre la realidad de los Derechos Humanos en Colombia esté desinformado el ciudadano de a pié, sometido a las tinieblas por los monopolios mediáticos de Prisa y Planeta que tapan con celo el drama colombiano. Pero el respaldo del PSOE y del PP a los crímenes que de manera sistemática comete el Estado en Colombia, no es algo inocente.
Es sobre todo un acto de complicidad explicable por la prisa de las grandes empresas españolas por firmar un tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Colombia, país cuyo territorio quedará más abierto a la voracidad del capital español.
Y a caballo regalado… no se le miran los Derechos Humanos.
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