miércoles, 21 de julio de 2010

Martha Lisbeth, hija de Arcesio Lemus, campesino y preso político colombiano que murio porque el Estado le negó la atención sanitaria.

Se fue con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida.”

Mi padre, Arcesio Lemus, de quien no llevo su sangre pero llevo su vida, falleció el pasado 29 de junio. A mi madre y a mi nos entregó lo mejor de si y nos acompañó en un proyecto de familia cargado de valores como la dignidad, la solidaridad, el amor por el trabajo pero sobre todo, el amor por la justicia y el servicio a los demas.

Nuestra casa en el Líbano Tolima siempre estaba llena de gente pensando en alternativas de país y en medio de la humildad y de su sencillez como buen campesino, mi padre me enseñó que la labor más importante que como padre podía cumplir en mi vida, era brindarme la oportunidad de estudiar.

Gracias a eso les he podido conocer a la mayoría de ustedes y he podido entregarles el ejemplo de vida que mi padre hizo en mi. Por su entrega absoluta a la causa social y popular de este país, mi padre, mi madre y yo, fuimos objeto de persecuciones políticas que cambiaron nuestras vidas.

Desde hace cinco años mi padre era preso político en las cárceles de este país. A sus 67 años seguía resistiendo con dignidad todos los atropellos del Estado, seguía con la esperanza del cambio y seguía convencido de la necesidad de la transformación social; aun en la cárcel seguía cumpliendo una labor social enseñando a otros presos a leer, invitándoles a estudiar, compartiendo su experiencia y su lectura política del país.

Ni las rejas, ni los abusos, ni las torturas pudieron quebrantar sus principios y por eso, era visto con respeto y con recelo por la institución carcelaria. Desde hace más de tres meses mi padre se encontraba enfermo; solicitó hasta el cansancio ser visto por un médico y el INPEC no lo permitió.

Desde el pasado 25 de mayo la situación de mi papá se tornó crítica; sus compañeros de cautiverio nos alertaron sobre su grave estado de salud. Desde entonces no dimos tregua a solicitudes, derechos de petición, denuncias ante organizaciones de derechos humanos para que mi padre fuera atendido sin obtener ningún resultado.

El día 7 de Junio mi padre fue trasladado a un centro de salud en estado de coma, cuando ya no había casi nada que hacer pues le encontraron una lesión cerebral que acabó con su vida el pasado 29 de junio.

Comparto con ustedes este relato a manera de denuncia y a manera de exhorcismo de esta pena que me entristece el alma.

Fraternalmente;

Martha Lisbeth

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