“Situación en el mundo del derecho a la rebelión”
Tenerife, 28-29 de octubre de 2011
El derecho a la rebelión que acá hemos reconocido y analizado, no concluye. Ni en los procesos sociales y políticos, ni en la labor reflexiva sobre sus valores y características, tanto éticas como jurídicas. Por eso éstas no son conclusiones sino planteamientos de cara a un futuro de lucha y de debate.
En ese orden, ponemos a consideración de esta Asamblea y de quienes en diferentes partes del mundo han seguido el desarrollo de estas Jornadas, estos enunciados y compromisos.
I. El derecho a la rebelión es un derecho fundamental e inalienable de los pueblos, que nos conforma históricamente como especie e inteligencia ante la negación y la opresión, reconocido en el orden internacional y entroncado en los valores más progresistas de las más profundas culturas y vertientes humanistas. Su desenvolvimiento se basa en motivaciones altruistas y colectivas, en el bien común, para edificar sociedades más justas e igualitarias, para liberarse de esclavitudes en cualquiera de las formas que éstas se presenten.
II. Hoy día ante el sistema capitalista y su carácter irreformable, un depredador modelo que traspasa límites humanos y del planeta, la rebelión se reafirma como un derecho y una necesidad de vida cuando en condiciones extremas las alternativas deben también considerar caminos para su ejercicio.
III. La rebelión misma es fuente de derechos. En nuestra construcción de valores frente a la barbarie, debe mantenerse la defensa de una serie de principios básicos que no pueden ser objeto de decisión alguna, respecto de la dignidad humana. En ese sentido, cabe hoy la radical defensa de todo aquello que asegure límites y formas adecuadas para su desarrollo.
IV. La conceptualización que de la rebelión hacen en general los Estados y poderes dominantes, pretende tratar ésta como terrorismo, para negar los contextos de confrontación y sus causas, y por lo tanto deslegitimar y criminalizar toda aspiración de rebeldía frente al sistema. Es necesario por lo tanto debatir y desmontar dicha política falaz que confunde terrorismo con rebelión.
V. Es por lo tanto imperioso seguir denunciando decisiones e instrumentos tanto de la Unión Europea, de Estados Unidos, de Israel, y de otros centros de poder, así como legislaciones de diferentes países, que violan garantías básicas de protección, que desconocen y diluyen la categoría de la rebelión y de la resistencia como derechos humanos y de los pueblos.
VI. En estas Jornadas comprobamos por lo tanto que resulta inadmisible el supuesto fundamento de las llamadas listas anti-terroristas, que impiden soluciones negociadas y esfuerzos de regulación y humanización. Esos mecanismos junto con otras figuras recientemente creadas, sólo sirven a la doble moral y a la perversión del derecho internacional, el cual debe ser recobrado como instrumento de civilización.
VII. En estas Jornadas hemos analizado y comprobado la desgarradora situación de países y pueblos, como Palestina y Colombia, que nos apremian a buscar formas de solidaridad con quienes luchan y resisten legítimamente para mejor un futuro.
VIII. Nuestra mirada sobre la rebelión nos obliga a incluir la perspectiva de la lucha de las mujeres que resisten y lideran procesos en diferentes contextos, así como el papel de pueblos indígenas y otros sectores, así como a realizar un llamado a los medios de comunicación y periodistas para que actúen éticamente en la información y el tratamiento de los conflictos en los que la rebelión tiene lugar.
IX. Solicitamos la puesta en libertad de presos por razones políticas y sociales; desde los cinco anti-terroristas cubanos presos en USA, hasta los presos y presas mapuches, pasando por indígenas de Ecuador hoy día detenidos por acciones de lucha social. Abogamos también por liberaciones y acuerdos en relación con los presos políticos y prisioneros de guerra en Colombia y también que Israel cumpla con la puesta en libertad de luchadores políticos de Palestina y cese su política de nuevas detenciones.
X. Fuera de todo cálculo y coyuntura de supuesta derrota, reafirmamos el derecho que asiste a las organizaciones resistentes a emprender procesos de diálogo y solución pacífica con base en los mismos valores que explican históricamente su alzamiento. La defensa de la solución política a los conflictos no contradice los valores de la rebelión. Como Mandela y otros insignes luchadores de los pueblos lo han expresado, deben buscarse alternativas a las confrontaciones, siempre y cuando existan garantías para sus interlocutores y se den pasos de transformación que correspondan al anhelo de una paz con justicia, con dignidad, basada en el reconocimiento de los derechos de los pueblos.
Tenerife, 29 de octubre de 2011
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